Si las Naciones Unidas pronostican que la población mundial se estabilizará en alrededor de 10 millones para 2100, 3 mil millones de nuevos individuos deberían entrar en la clase media consumidora para 2030.
Debido al aumento demográfico y a la necesidad de infraestructura para conseguir más difícil acceso a los recursos, McKinsey estima que satisfacer las futuras demandas de acero, agua, productos agrícolas y energía requeriría una inversión total de alrededor de 3 billones de dólares al año, lo que representa aproximadamente un 50 % más alto que los niveles de inversión actuales.
La variación del clima regional a lo largo del tiempo debería afectar especialmente al agua y a la agricultura. Las limitaciones de la oferta y la incertidumbre probablemente aumentarían los precios y la volatilidad.
El 80 % de los acontecimientos políticos pueden afectar al suministro de materias primas. Aproximadamente todas las tierras cultivables disponibles en la tierra se encuentran en zonas afectadas por cuestiones políticas o de infraestructura. Alrededor del 37 % de las reservas de petróleo probadas del mundo, y el 19 % de las reservas de gas probadas, también se encuentran en países con un alto nivel de riesgo político.
Todas estas tendencias están sujetas a un aumento de la escasez de recursos y a la presión sobre los precios. Esto pone de relieve la necesidad de cambiar el papel de los recursos para apoyar el crecimiento sostenible y la prosperidad.